Descripción
Bucaro Royal
Bucaro Royal rinde homenaje al esplendor del Siglo de Oro español. Con Bucaro Royal , hemos creado más que un perfume; hemos diseñado una experiencia olfativa que rinde homenaje a la riqueza y complejidad de «Las Meninas» y su legado. Sumérgete en el mundo de la corte española del siglo XVII y déjate cautivar por la magia del búcaro con Bucaro Royal . Este perfume te invita a embarcarte en un viaje a través del tiempo, descubriendo el encanto de una fragancia única que celebra «Las Meninas», donde la historia, el arte y la fragancia se fusionan en una cautivadora obra maestra olfativa.
En el corazón de nuestra creación, Bucaro Royal , se encuentra la esencia misma de la obra maestra de Velázquez, «Las Meninas». Nos hemos sumergido en la historia y el significado del búcaro, un símbolo vibrante que captura la esencia de una época y un lugar. Según el destacado historiador Byron Ellsworth Hamann, “el búcaro representado en «Las Meninas», entregado a la infanta Margarita, es una pieza de cerámica que proviene del Nuevo Mundo. Su distintivo color rojizo no solo lo distingue estéticamente, sino que también simboliza la influencia de América en el arte europeo del siglo XVII. Colocado en el centro de la cámara real, el búcaro resplandece con su historia y significado. Es más que un simple recipiente; es un punto focal que representa el cruce entre el antiguo y el nuevo mundo, entre la tradición y la innovación”.
En los círculos aristocráticos del siglo XVII, el búcaro aparte de ser un recipiente para perfumar las manos; era un símbolo de estatus y refinamiento, una pieza central en la cultura y la estética de la época. Utilizado como un objeto de moda para perfumar las manos y otras partes del cuerpo, el búcaro añadía un toque de elegancia y refinamiento a quienes lo poseían, realzando así la experiencia sensorial de la corte real con sus aguas perfumadas infusionadas con sustancias aromáticas como flores y hierbas. Este elemento no solo cumplía una función práctica, sino que también transmitía mensajes simbólicos y alegóricos que reflejaban las creencias y valores de la sociedad aristocrática de la época. Además, el búcaro se utilizaba para perfumar las estancias de los palacios y mansiones, impregnando el aire con fragancias exquisitas y contribuyendo a crear ambientes perfumados que añadían un toque de lujo y sofisticación a los hogares aristocráticos del siglo XVII.
En los círculos aristocráticos del siglo XVII, el búcaro trascendió su función original como simple recipiente para perfumar el agua, convirtiéndose en un símbolo de estatus y sofisticación. La práctica de morder el borde del búcaro era considerada una moda, pero conllevaba riesgos físicos y psicológicos. Se creía que consumir arcilla de búcaro contribuiría al blanqueamiento de la piel, deseado como indicador de riqueza. Sin embargo, esto podía causar problemas como la reducción de glóbulos rojos y la parálisis muscular.
Esta relación con el búcaro se evidencia en obras de arte como «Las Meninas», donde su presencia en manos de la infanta Margarita nos invita a reflexionar sobre la fugacidad de la vida y la búsqueda de trascendencia espiritual. Además, su presencia añade profundidad, mostrando las complejas intersecciones entre moda, estatus, salud y belleza en esa época.
En los círculos aristocráticos españoles del siglo XVII se convirtió en moda que las niñas y mujeres jóvenes mordisquearan los bordes de estos jarros de arcilla porosa y los devoraran por completo. Esto resultaba en un aclaramiento dramático de la piel, considerado una aspiración estética y de riqueza.
La ingestión de arcilla de búcaro también tenía riesgos, como la reducción de glóbulos rojos y la parálisis muscular. Cuando consideramos estos efectos en «Las Meninas», la pintura adquiere un significado inquietante, invitándonos a meditar sobre la fugacidad de la vida y la ilusión de la identidad material. La conciencia alterada de la Infanta, cuyos dedos rodean al búcaro (¿lo acaba de mordisquear?), se expande repentinamente desde el epicentro de la acción del lienzo a toda la mentalidad del cuadro. Además, podemos ver que el pincel de Velázquez apunta a una mancha del mismo rojo intenso en su paleta, la misma de la que nace el búcaro. Fantasmal en su palidez, la Infanta también parece levitar desde el suelo, un efecto logrado por la sombra que el artista inserta bajo la basta de su vestido en forma de paracaídas. Incluso los padres de la Infanta, cuyas imágenes flotan directamente sobre el búcaro, comienzan a parecer espíritus holográficos proyectados desde otra dimensión más que meros reflejos en un espejo. De repente, vemos a «Las Meninas» como lo que es, no solo una instantánea de un momento, sino una meditación sobre la evanescencia del mundo material y la inevitable evaporación del yo.